El Silencio
Y llegó el momento de partir,
destruido
aturdido por el eco lejano,
implacable invierno
de esperanzas frustradas
con el pellejo hecho jirones,
sin respuestas
sin mentiras
sin verdades;
vacío.
El gris plomo como equipaje
de veneno insufrible
sin estrellas ni luna,
solo la lluvia fría
y mar mala
corre sobre él,
empapado hasta el alma
del recuerdo de su mirada,
casi opaca
empañada
ausente.
Dudas
remordimientos
y sueños crueles,
cilicios bien apretados
hasta quebrar el torso.
No hay perdones
no hay reproches
para el que transita
por el camino de las flores necias,
pisando sobre los cantos mezquinos
del egoísmo
y la codicia ciega.
Justa es la condena
quizá,
que hace a la penitencia
sorda,
al que grita perdones
desde un corazón irredento
y la faz mal resanada;
como el infierno.
Foto y poesía:
maximenendez